La Dulcíada

Atribuido a Cayetano María Huarte Ruiz de Briviesca (1741-1806), prebendado y visitador de la catedral de Cádiz, "La Dulcíada. Poema épico dividido en siete cantos" le debe casi todo a la "Eneida" de Virgilio, los elogios paradójicos, las zoomaquias del Barroco y acaso a "La Posmodia" (1807) de don Gaspar de Molina y Zaldívar.
Según el método del error común y la filología de autor a la italiana, se arroja luz aquí sobre la datación de este juguete del gaditano y su doble proceso redaccional. Epopeya doméstica en nueve bodegones dignos de los pinceles de Yepes, Huarte compuso un festivo banquete a los postres y una sarta de loores al huevo hilado, el mol, el de cuchara, las yemas y el merengue; sin desdeñar la "moscomaquia" del canto III, el Parnasillo donde encerró a los ingenios del tiempo de los novatores, la censura de la "cuisine française" o la suculenta arquitectura del palacio de la Golosina.
Delicia más propia de confiterías que del negocio de un librero, "La Dulcíada" se imaginó para divertir nuestros salados ojos, dedos, bocas y vientres, empapándolos hasta derretirlos en almíbar. Y si el cuerpo se nos hará gozosa jalea, quién sabe el destino de las almas de sus lectores, resueltos a devorar octavas y ávidos de hornear, lamer y relamer roscones risueños y azucarados, saboreándose en ellos.